¿Qué aspecto tenía el Babieca?

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Hoy recibimos publicaciones en Twitter e Instagram, describiendo un poco la apariencia de la imponente corbeta que piloto el Maestro Inquisidor Silas.

Veamos un poco sobre sus características e historia.

¿Qué aspecto tenía el Babieca? La antigua corbeta imperial reformada que pilotaba el Maestro Inquisidor Silas; Era tan grande como un edificio. Su interior, se distribuía en diferentes cubiertas desde el cono del reactor de subluz, al generador que producía la burbuja espacio-temporal con la que Babieca plegaba el espacio, justo una planta por encima. A su vez, contaba con sección taller y almacén, espaciosas cabinas para la tripulación, estancia medicalizada, puente de mando y una cabina para el piloto y por encima de todas estas, se desplegaban las secciones con las carlingas de munición, justo debajo de los cañones de rail de energía, y los lanzatorpedos.

Aquella magnifica corbeta podía sostener a casi veinte tripulantes si era necesario durante largos periodos en el espacio profundo y en sus casi cuatrocientos años estándar de existencia había sido reformado y mejorado en más de veinte ocasiones, desde los tiempos en que fue botada en algún lejano astillero imperial, antes de la caída del viejo imperio.

Exteriormente, la corbeta era de color gris mate, con una línea dorada que la recorría de una punta a otra de su eslora. Dando más la apariencia de un torpedo gigante, que de una astronave más convencional.

En el interior del Babieca se sucedían cubiertas iluminadas con luz blanca y pálida, y otras, las de mando o relacionadas con las funciones de pilotaje o armamento, quedaban tenuemente iluminadas por una luz rojiza. Sofía fue hacía la cubierta de mando y se encontró a Silas, sin yelmo y sin armadura, vestido únicamente con un mono verde de trabajo, acoplándose en la cabina del piloto.

 

Dialogo sobre Babieca (zona Spoiler)

– ¿Cómo llegó Babieca a manos de Silas? ¿Es frecuente que los inquisidores tengan este tipo de astronaves?
– No, no es frecuente. Generalmente tienen astronaves mucho más pequeñas y humildes, como la que usó para rescatarte.
– ¿Entonces? ¿Cuál es la historia?
– Silas la encontró.
– ¿La encontró?
– Sí, no verás muchas corbetas imperiales y seguro ninguna como esta, tan reformada y bien pertrechada.
– ¿Estaba a la deriva?
– Al parecer, abandonada durante más de un siglo estándar. Por alguna razón, alguien la dejó flotando en el espacio y Silas la remolcó hasta mi humilde estación.
– ¿Recientemente?
– No… – Sinuhé río – No es la primera vez que me la deja para repararla. El Babieca siempre acaba sufriendo los impactos de la ira de los enemigos del Maestro Inquisidor.
– ¿Entonces? Cuando te la trajo por primera vez ¿Ya estaba reformada?
– En parte sí… Es un crucero muy valioso, estoy seguro que quien fuera que la dejó a la deriva, tenía pensado regresar a recogerla en algún momento, pero por esos azares del destino, nunca lo hizo y fue Silas, quien la encontró y reprogramó sus sistemas. Probablemente Babieca existe, porque fue abandonada, no quedan muchas corbetas imperiales activas en la galaxia…
– ¿Crees que me admitiría en su tripulación?
– ¿Quieres acompañar a un Maestro Inquisidor? ¿No tuviste suficiente con los monstruos de tu carguero de hielo?
– Quiero pensar que lo que hace Silas es ayudar a las personas. Como te ayudó a ti. Eso me gusta.
– Sí…, pero es sumamente peligroso y él, está modificado genéticamente para llevar a cabo esa misión. Eso, en el supuesto caso de que te admitiera. Algo que francamente, niña, dudo mucho.
– Sobreviví muchas horas sola en el carguero infectado.
– Cierto… y tienes unas habilidades tecnológicas ciertamente extraordinarias.
– Convéncele.
– ¿Convencerle?
– Ese, no era el trato. El trato era que no te llevará a Thalos IV, con tu padre.
– He cambiado de idea…
– Los tratos no pueden ser cambiados una vez son cerrados. – Sinuhé parecía un poco molesto por la línea que empezaba a tomar la conversación.
Sofía se paró en seco y dio unas palmadas en el aire sonriendo con una expresión desafiante. Súbitamente las piernas mecánicas de Sinuhé se pararon y dejaron de responder a sus impulsos nerviosos.
– ¿Cómo?… – Sinuhé estaba muy molesto y aturdido – ¿Qué diablos has hecho?
– Crearme un seguro… ya ves…
– Pero…
– Dime que prefieres… ¿No cambiar el trato o atender mi ruego?
– Está bien, maldita niña… Eres lista, eso me gusta – Sinuhé dibujó una mueca en su rostro a modo de sonrisa fingida – hablaré con Silas. Aunque te advierto que es tozudo como una mula…
– Más te vale convencerle…
– ¿Dejarías a un pobre anciano de ciento veinte años sin piernas?
– Ciento diecinueve y sí… – Sofía le guiñó el ojo – lo haría.

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